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"Asesores de última milla": 7 alertas que considerar

El popular caso “audios” ha puesto en las portadas de los diarios el escándalo de corrupción. Cuales son las 7 cosas que considerar para evitar estar involucrado en el próximo escándalo.

Cuando el río suena es porque piedras trae. Hoy el río suena principalmente producto del caso audios y las múltiples aristas que se abren sobre relaciones con la autoridad y clientes poderosos.
La trama ha escalado tanto que incluso el diario El País de España ha entrevistado al Ministro de Hacienda chileno que ha declarado a este medio: “Me impresionó mucho el descaro y la crudeza de la conversación”

 

¿Puedes ser tú o tu empresa el próximo escándalo?


Las que escuchamos son las piedras de la coyuntura y el escándalo puntual, pero el río lleva más piedras, y quizás más grandes, que acompañan como ruido de fondo y que habitan en el mundo corporativo pasando muchas veces desapercibidas. 

Nadie tiene una bola de cristal capaz de predecir si la contratación de un renombrado estudio jurídico, gestor, o abogado, como es el caso en cuestión, derivará en un escándalo de corrupción. Sin embargo, existen una serie de factores de alerta a nuestra disposición que pueden contribuir a reducir la exposición al riesgo y es donde una función de compliance bien conectada con la realidad del negocio, toma un rol protagónico.

7 alertas que tienes que considerar

 

(1) Servicios de “última milla”. Nos referimos a aquellos servicios que se contratan al final de un proceso, cuando las acciones y estrategias por lo general ya han sido desplegadas y queda poco por hacer. Una contratación de última milla no tendría por qué ser prohibida per se, pero al menos, debiera ir acompañada de razones suficientes que justifiquen dicha incorporación.

(2) Falta de claridad en el proceso que define al proveedor. En un contexto de urgencia, un servicio que resulta crítico para la organización probablemente implicará algunas excepciones en el flujo de contrataciones, pero no puede significar eximir al proveedor de dicho flujo basado en razones netamente de autoridad (“es que lo pide don/doña”).

(3) Complementariedad o superposición con otros servicios. Esto será más riesgoso en la medida que el asunto sea menos complejo o requiera menos actores y viceversa. No obstante, se requerirá una definición exhaustiva para entender el objeto del encargo, su necesidad y justificación.

(4) Falta de proporcionalidad en montos involucrados. Aunque a veces es complejo determinar un valor de mercado, integrar las restantes alertas en el análisis puede dar señales a considerar. Así, altos honorarios en la etapa final de un proyecto emblemático o de un juicio relevante, puede ayudar a sospechar o cuestionar que sólo mediante prácticas "grises" se puedan lograr resultados esperados.

(5) Dudosa conexión con la especialidad requerida. Es dable sospechar de servicios a ser prestados por asesores cuya especialidad no se condice con la asesoría en particular o asunto técnico que se les encomienda.

(6) Contratación de “Fixers”. Nos referimos a quienes se presentan como solucionadores o encargados de resolver “asuntos”. Generalmente este tipo de contrataciones se encuadra en la necesidad de contar con “alguien” que logre soluciones y ojalá en tiempo record. Asimismo, estos encargos van acompañados de premios por resultado que a su vez, escapan de lo que uno podría entender como razonable o de mercado.

(7) La “caja negra” de actividades. Finalmente, en una secuencia de señales de alerta, ésta sería la guinda de la torta y se refiere a menciones asociadas a la contratación que reflejan algunas suposiciones oscuras respecto a la misma, tales como “ellos lo resolverán”, “ni idea cómo lo hacen pero tienen buenos resultados”, “es un proveedor especial”, “prefiero ni saber cómo lo hacen”, etc.

Como podemos advertir, algunas alertas resultarán en sí mismas muy evidentes en cuanto al riesgo de corrupción que albergan. El problema es que muchas veces realizar este análisis no es algo que resulte natural en algunas organizaciones. Al no ser cuestionado el proceso, las definiciones internas son adoptadas sin ponderar el riesgo de corrupción asociado y los inmensos efectos negativos que esto puede llegar a provocar.

En un escenario en que las alertas señaladas sí son consideradas, se estarían contratando servicios para problemas cuyos asesores especialistas han dado de baja (en cuanto a probabilidades de éxito), por un valor excesivamente alto, y sin claridad en lo que harán (“caja negra”). Hoy, ya sea ante un órgano corporativo superior, o bien, ante alguna autoridad fiscalizadora, será muy difícil explicar el desconocimiento de actividades corruptas en algún nivel.

Si la estructura de gobernanza en una compañía verdaderamente se hace cargo de estos temas, serán los propios colaboradores quienes harán saltar los tapones internos cuando corresponda, incomodando a quienes naveguen en este tipo de aguas. Así, quienes busquen a proveedores de última milla se preguntarán varias veces si vale la pena contar con ellos, o más bien jugar con las mismas reglas de todos.

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